Una de las protagonistas de la historia es una mujer cuya profesión es la fotografía. Esta visita el barrio para ver como es la vida de las mujeres prostitutas y más tarde conoce a los hijos de estas con los cuales establece una fuerte relación deciendo darles clases de fotografía con el objetivo de compartir la forma de ver el entorno en el que se encontraban.
Después la fotógrafa pone a la venta esas imágenes con el objetivo de poder ofrecerles una educación y así una forma de ayudarles a salir de ese ambiente. Y a pesar de conseguir que algunos niños fueran aceptados en los internados, la mayoría de escuelas se negaron a ofrecer una educación a los niños por el simple echo de ser del barrio rojo y sobretodo por ser hijos de prostitutas o delincuentes.
A lo largo de todo el documental el arte y, en este caso la fotografía, afectó a la vida de unos niños para ayudar a cambiar si situación. Aprender fotografía no solo les ayudó a desarrolar su creatividad y a expresarse de una forma diferente sino también a buscar y encontrar otras maneras de vivir fuera del barrio y de la única forma de vida de la que son testigos.